El lado bueno de las cosas

Excelsior

 

El lado bueno de las cosas es la última apuesta de David O. Russell, director de grandes títulos como The Fighter o fiascos lamentables como Extrañas coincidencias. Con una filmografía bastante irregular, no tenía ningún tipo de expectativa con esta película. Una vez empezada la época de premios, vi que figuraba en todas las listas, tanto la película como prácticamente todo el reparto, así que decidí darle una oportunidad.

El resultado: una genialidad para el género al que pertenece.

La trama es bastante simple, nada que no hayamos visto antes un domingo en Antena 3. Pat, (interpretado por un Bradley Cooper que cuando deja de ir de fucker de la vida demuestra que sabe actuar, y muy bien además) acaba de salir de un psiquiátrico por pegar una paliza al amante de su mujer. Ya, yo también pensé que todos lo hubiéramos hecho, no debe ser muy agradable pillar a tu mujer en la ducha con otro pero bueno this is America y a él le internan.

Una vez fuera y tratando de recomponer su anterior vida (si, quiere volver con su mujer después de todo) conoce a Tiffany , interpretada por la mejor Jennifer Lawrence que hemos visto, por encima incluso de Winters Bone.  Esto último en realidad es bastante subjetivo, estoy enamorado de ella desde que la vi y aunque haga una peli con Paris Hilton la defenderé hasta la muerte. Bueno muy subjetivo tampoco, que se está llevando todos los premios! Con la nominación al Oscar que ha conseguido demuestra ser una de las mejores actrices de su generación, cosa no muy complicada por otro lado, sus rivales son los de Crepúsculo, Harry Potter y otras bazofias para pubertos, sin comentarios.

¿Qué pasa? Lo mismo que en cualquier comedia romántica, concurso de baile incluido.

¿Es como el resto de películas de este tipo? Ni mucho menos.

La diferencia principal que encontramos entre El lado bueno de las cosas y el resto de comedietas americanas es que David O.Russell introduce algo que encontramos muy poco habitualmente: personajes.

Personajes bien definidos y además increíblemente bien interpretados. Aparte de esto la cinta posee un fondo con tintes dramáticos con la locura instaurada en las vidas de casi todos los habitantes de un barrio cualquiera de  Estados Unidos. Porque eso choca, no hay nadie cuerdo en toda la película. Ni los protagonistas, ni los padres, ni los amigos. Nadie.

Hablando de los amigos, el mejor amigo que Pat hace en el psiquiátrico es Chris Tucker, que yo pensaba que murió o fue desterrado después de atreverse a hacer Hora Punta pero no, ahí sigue y demuestra una vez más que debería dedicarse a otra cosa.

Robert de Niro está como siempre genial interpretando al neurótico y supersticioso padre de Pat y es responsable de alguno de los momentos más divertidos de la cinta. Jacki Weaver, que interpreta a la madre de Pat, es en mi opinión el personaje más prescindible y peor trabajado a pesar de ser una actriz increíble como ya demostró en Animal Kingdom. La vemos de principio a fin, “plasmada” como diría ese gran filósofo del siglo XXI llamado Labrador. La misma postura, los mismos ojos saltones y la misma póker face toda la película, aunque con esa familia, tampoco es de extrañar.

Aunque la película  llega a las dos horas de duración, algo no muy habitual en este género, no cansa. Las situaciones surrealistas y los inteligentísimos diálogos llenos de humor negro te hacen querer más.

Un aviso: no os esperéis una comedieta fácil del estilo de Resacón o La boda de mi mejor amiga (aunque ambas son muy buenas), esta no tiene nada que ver.  Es una comedia romántica por definirla de algún modo pero la parte dramática está presente toda la película, y el humor utilizado puede que no sea para todos los gustos.

A  mí, personalmente, me ha encantado. Mi nota 8/10

G.B